martes, 30 de agosto de 2016

Introducción

Historia antigua de los otomíes 

De acuerdo con los datos lingüísticos, los antepasados de los otomíes habitaron en el Centro de México desde el Preclásico Medio (1200-600 a.C.), momento en el cual se consolidaron  las primeras sociedades complejas. Las evidencias arqueológicas señalan que es  posible que los otopames hayan estado relacionados con culturas arqueológicas como la de Tlatilco (1500 a.C-500 a.C).[1]

Debido a que los otopames formaban el grupo más numeroso de la región en el Preclásico Tardío, se ha sugerido que lugares como Cuicuilco, y rasgos como el culto al dios viejo del fuego son producto de grupos de habla otopame. David Charles Wright Carr enuncia que ante la ausencia de otras cadenas lingüísticas en la región, es razonable conjeturar que los otopames formaban la base demográfica durante el Preclásico, en los valles de México, Toluca, el Mezquital y partes de Morelos, Puebla y Tlaxcala.[2]

 Los periodos Protoclásico y Clásico (150 a.C.-600 d.C) presenciaron el surgimiento y florecimiento de Teotihuacán,  una de las ciudades más grandes y poderosas de Mesoamérica. El registro arqueológico, parece indicar que el poblamiento inicial de esta ciudad se dio con grupos  otopames. Asimismo, llegaron inmigrantes de otras regiones, como Oaxaca y Veracruz. No obstante,  no hay evidencia de que éstos hayan formado más que enclaves minoritarios agrupados en barrios.[3]


Durante el Posclásico los nahuas recién llegados del noroeste, absorbieron buena parte de la antigua cultura de los otopames mesoamericanos y otros grupos del sur del Altiplano. Los mexicas se asentaron entre las antiguas poblaciones otomíes del valle del Mezquital y del valle de México.  Tlacopan, una de las tres cabeceras de la Triple Alianza, tenía una mayoría otomí. Dentro de los amplios dominios de ésta, Ia lista de los señoríos otomíes, o de los barrios otomíes en el interior de señoríos plurilingüísticos, es amplia.[4]


Los otomíes han sido tratados como un pueblo bárbaro a lo largo de la historia. Algunos ejemplos de las descripciones realizadas hacia los otomíes de manera despectiva las ofrecen Fray Bernardino de Sahagún y Fray Toribio de Benavente.Sahagún en su obra Historia general de las cosas de Nueva España, se refiere a los otomíes de esta manera:


Los otomíes de su condición: eran topes [sic], toscos, e inhábiles reñiendole por su torpedad, le suelen decir en oprobio a, que inhábil eres, eres como otomite: que no se  te alcanza lo que te dicen. Por ventura eres uno de los mismos otomites? Cierto no les eres semejante: sino que eres del todo, y puro otomite: y aún más que otomite. Todo lo cual se decía por injuriar, al que es inhábil, y torpe: reprehendiendole, de su poca capacidad, y habilidad.[5]


 Hay dos cuestiones que se debe tomar en cuenta, la primera es que esta descripción de los otomíes fue ofrecida a Sahagún por  informantes nahuas. Los mexicas al llegar a algún sitio reescribían  la historia, para que ellos fueran calificados como refinados, cultos y poderosos con el objetivo de ejercer y legitimar su dominio.
El segundo punto es que en otras descripciones de Sahagún sobre  los otomíes, los presenta de la siguiente manera: recios y trabajadores en la labranza, habla sobre su modo de vida, sus cultivos, sus dioses y sus usos y costumbres, por lo cual Sahagún cae en una contradicción. Refiere primero que son torpes, perezosos y lujuriosos, pero posteriormente expresa que son recios y trabajadores en la labranza.[6]

Fray Toribio de Benavente describe a los otomíes de la siguiente manera:

Del postrero hijo [...] descienden los othomis[...], llamados de su nombre, que se llamaba Otomilth. Es una de las mayores generaciones de la Nueva España. Todo lo alto de las montañas, o la mayor parte, a la redonda de México, están llenas de ellos. La cabeza de su señorío creo que es Xilotepec, que es una gran provincia, y las provincias de Tula y Otumba casi todas son de ellos, sin que en lo bueno de la Nueva España hay muchas poblaciones de estos othomies de los cuales proceden los chichimecas; y en la verdad estas dos generaciones son las de más bajo mental, y de gente más bárbara de toda la Nueva España, pero hábiles para recibir la fe, y han venido y vienen con gran voluntad a recibir el bautismo y la doctrina cristiana.[7]


Nuevamente, Fray Toribio de Benavente ofrece esta descripción de los otomíes, que da cuenta de las ideas negativas que los nahuas dieron a los peninsulares sobre los otomíes. Las crónicas escritas durante y después de la Conquista sirvieron para reforzar las ideas negativas tenidas sobre éstos. Como lo hemos visto, la cultura otomí posee una presencia antigua en el Altiplano Central de México. Los otomíes  pudieron haber sido agricultores en algún momento; los estudios apuntan que su carácter marginal respecto a la cultura mesoamericana, sea probablemente el resultado de cambios climáticos ocurridos durante el Posclásico, que los forzara a depender de la caza y la recolección, y en menor medida de la agricultura[8]Los otomíes participaron en las guerras de los mexicas como auxiliares militares. Compartían con éstos el aspecto ritual de la guerra, a través del cual se sostenía al sol con sangre humana y corazones. Este elemento ritual de la guerra tiene sus raíces en la cultura teotihuacana.[9]Un análisis detenido de los códices y de otras fuentes etnohistóricas de los mixtecos, mexicas y otomíes muestra que hubo una cultura intelectual común en los valles centrales, compartida por diferentes grupos etnolingüísticos. La mayor antigüedad de los otopames en la región sugiere que los otomíes y sus parientes lingüísticos fueron los creadores de muchos aspectos de esta cultura común. Los otomíes lejos de ser un pueblo dominado, formaban una parte esencial del panorama político, militar, económico y social del Centro de México.[1]

Los nahuas llegaron a esta región, en números significativos después de la caída de Teotihuacán. Los otomíes y los nahuas han convivido en el Centro de México durante más de un milenio, por lo cual compartieron  elementos culturales, a pesar de pertenecer a dos familias lingüísticas diferentes. Wright Carr expresa que la existencia de otomíes y nahuas en el Centro de México,  durante medio milenio antes de la llegada de los peninsulares, así como la integración de los diversos grupos lingüísticos en los principales señoríos del Centro de México, produjo una relativa homogeneidad cultural.[2]

Para mayor información visita:

El pueblo otomí

Los otomíes en el Altiplano Central




[1] WRIGHT, Carr David Charles, “Lengua, cultura e Historia de los otomíes”, obtenido en: https://www.researchgate.net/publication/236111395_Lengua_cultura_e_historia_de_los_otomies, consultado el 12 de enero de 2016.
[2] WRIGHT, Carr David Charles, “Lengua, cultura e Historia de los otomíes”, pág. 28.
[3] WRIGHT, Carr David Charles, “Lengua, cultura e Historia de los otomíes”, pág. 29.
[4] WRIGHT, Carr David Charles,”El pueblo otomí: el pasado acumulado en el presente”, pág. 14.
[5] SAHAGÚN, Bernardino, Historia General de las cosas de la Nueva España, México, D.F., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1988, pág. 286.
[6]  ENRÍQUEZ Sánchez, Antonio de Jesús, “El universo agrícola jñatro. Santos, rituales e imaginario entre los mazahuas del valle de Ixtlahuaca”, (Tesis para obtener el título como Licenciado en Historia), Toluca, México, Universidad Autónoma del Estado de México, Junio 2015,  pp. 7-8.
[7] WRIGHT, Carr David Charles,”El pueblo otomí: el pasado acumulado en el presente”, obtenido en: http://www.paginasprodigy.com/dcwright/PuebOtom.pdf, consultado el 12 de enero de 2016.
[8] WRIGHT, Carr David Charles,”El pueblo otomí: el pasado acumulado en el presente”, obtenido en: http://www.paginasprodigy.com/dcwright/PuebOtom.pdf, consultado el 12 de enero de 2016.
[9] WRIGHT, Carr David Charles, “Lengua, cultura e Historia de los otomíes”, pág. 14. 

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